Las tortugas marinas y la cultura humana

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Japón es un archipiélago de islas rodeadas de agua. Como resultado, desde tiempos ancestrales se han producido encuentros entre las personas y las tortugas marinas. Los japoneses tienen una relación compleja con las tortugas, que se valoran como fuente de alimentación y al mismo tiempo ocupan un lugar especial en el corazón de los japoneses.
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Mensajeras del mar
En Japón, las tortugas marinas se reverencian como criaturas que pudieron pasar entre el desconocido mundo marino y el mundo terrestre conocido. Durante el periodo Edo (1603–1867) algunos sectores consideraban que atrapar tortugas marinas era un delitos. Las tortugas marinas también han sido consagradas en los santuarios sintoístas y han sido colocadas en tumbas y túmulos.
En todo el mundo hay historias de personas que han sido rescatadas por tortugas marinas. En Japón, algunas familias tienen como tradición no comer carne de tortuga marina por respeto a una tortuga que salvó a uno de sus antepasados.
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Urashima Taro
Urashima Taro es un famoso cuento de hadas japonés popularizado por Sazanami Iwaya (1870–1933), escritor de literatura infantil. Originalmente, en Nihon Shoki —el libro de cuentos más antiguo de Japón— y en Manyoshu —la colección más antigua de poemas waka—, se le llamaba La leyenda de Urashima. Aunque los detalles han evolucionado con los años, las tortugas marinas han permanecido grabadas en la mente del pueblo japonés como criaturas misteriosas.
En el cuento de hadas, un joven pescador salva la vida de una tortuga marina y es invitado al palacio del Rey Dragón en el fondo del mar. Tras pasar lo que parecen ser tres años felices con la princesa Otohime, regresa a su pueblo, en donde han transcurrido siglos. Este cuento ganó gran popularidad después de que fue incluido en un libro de texto nacional de segundo grado en 1910 y hasta hoy sigue siendo ampliamente conocido en todo Japón.
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La pesca y las tortugas marinas
En el pasado, cuando un pescador japonés encontraba una tortuga marina en el mar, era costumbre darle a la tortuga un trago de sake. Como resultado, a las tortugas verdes se les dio el apodo de Shokakubo, que significa “gran bebedora”. Se consideraba de buena suerte ver a una tortuga jugando entre la madera flotante, por lo que un pescador tomaría esa madera y la sustituiría con madera del bote. Para los pescadores, las tortugas marinas se consideraban una buena captura y buena suerte.
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Las tortugas marinas y la cultura gastronómica japonesa
Era común que las tortugas se comieran en Japón incluso hasta hace medio siglo, como lo prueban los huesos de tortuga recuperados en excavaciones de montículos de caparazones (antiguos vertederos de alimentos) históricos en todo Japón. Las tortugas marinas no pueden enderezarse solas cuando se han volteado y pueden permanecer vivas en esta posición durante largo tiempo, por lo que eran una fuente valiosa de alimento almacenable. Sus huevos podían recogerse fácilmente durante la época de anidamiento y salvaron muchas vidas cuando el alimento era escaso. Las tortugas marinas han jugado un papel vital en la cultura gastronómica de Japón. Siempre y cuando pueda gestionarse de manera sustentable, se debería respetar la continuidad de la práctica de comer tortuga.
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Hiwasa y la cultura de la tortuga marina
Hiwasa y las tortugas marinas comparten una larga historia. Las tortugas eran alimento común en Tokushima, incluida Hiwasa. “En 1947 varias tortugas marinas fueron atrapadas en la playa, se obtuvo su carne y los caparazones y los órganos internos se dispersaron”.*1 Por otra parte, las tortugas también eran muy respetadas, como lo demuestran los estudiantes de la escuela secundaria Hiwasa, que todavía se refieren a ellas como “mensajeras del dios del mar”.
Hiwasa también era muy conocida como área de anidamiento de tortugas marinas, incluso antes de la Segunda Guerra Mundial. “Las tortugas vienen a Hiwasa en la costa del Pacífico para desovar entre julio y agosto. Muchas personas frecuentan la playa en la noche para observar a las tortugas y traen linternas”.*2 Si bien las opiniones sobre las tortugas marinas han cambiado con los años, la gente de Hiwasa ha mantenido una relación cercana con ellas.
*1: Kasai, 1957
*2: Akiyama, 1935
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Plastromancia
Un método de adivinación consiste en calentar los huesos de los animales y leer las grietas que aparecen. La persona encargada de la adivinación usa los huesos del plastrón de las tortugas. La plastromancia se practica en Eurasia desde el período Neolítico. En Japón, se descubrió una tortuga boba que se usaba para la plastromancia en el período Kofun (siglos III-VII)*1. También hay registros de caparazones de tortugas bobas usados en rituales de la Corte Imperial en Kii (prefectura de Wakayama), Awa (prefectura de Tokushima), Tosa (prefectura de Kochi) y otras zonas. Además, se cree que los urabáes, una familia que vivía en Izu (prefectura de Shizuoka), Tsushima e Iki (prefectura de Nagasaki), poseían habilidades especiales para bucear y capturar tortugas marinas. Hace poco, se usó una tortuga verde de las islas Ogasawara en el ritual Saiden Tentei para buscar la dirección divina sobre dónde plantar el arroz y el mijo que se emplearon durante la ceremonia de entronización realizada en 2019.
*1: Kanzawa, 1983
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Artesanías con caparazones de tortuga
En Japón, los productos ornamentales elaborados con caparazón de tortuga carey se denominan bekko. Este material semitransparente de color ámbar se usó desde la antigüedad para fabricar joyas y otros objetos. En la China del siglo VII, se elaboraron métodos para fijar caparazones de tortuga con el fin de decorar cajas lacadas ornamentadas. Las técnicas empleadas durante esa época pueden verse en el Raden Shitan no Gogen Biwa (laúd de cinco cuerdas) del depósito Shosoin (templo Todai-ji, Nara). Las artesanías con caparazones de tortuga bekko se extendieron por todo Japón durante el período Edo (1603–1867) y pasaron a formar parte de la cultura tradicional japonesa, ya que se usaban para fabricar peines, horquillas, monturas de gafas, bachi (herramienta para pulsar las cuerdas de un instrumento musical shamisen) y otros adornos. En el período Meiji (1868–1912), las obras de los artesanos japoneses se exhibieron con gran éxito en la Exposición Universal. No obstante, en la actualidad, las tortugas carey están en peligro de extinción, por lo que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora, CITES), también llamada Convención de Washington, las protege. Por ese motivo, es ilegal importar sus caparazones. El futuro de esta artesanía tradicional está en riesgo, al igual que la tortuga.